
Se vestía de azul la
media noche
y nunca se apagaba la luz de las farolas
ni la lluvia mojando las callejas importaba
en las horas de fiesta y de bullangas.
Arreciaban los besos en soportales
y gemían febriles las parejas
en el supuesto amor de desahogo.
Luego, hubo más, mucho más
en un devenir que ya es historia.
Recuerdos olvidados que, a veces, asoman
y se entornan los ojos
memorando pasajes de la vida;
tantos, que en auditarlos se pierden en el tiempo
y sólo la memoria
los archiva en un plano sin relieve.
Hoy, que la albura cubre mis cabellos, os digo:
que los años se cuentan por esperas,
por lágrimas vertidas,
por deseos frustrados
o azules vividos según lances.
Cuánto camino andado,
sombras y luces, soles y lunas,
querencias,
desamores,
soledad y olvido.
Todo un ayer guardado en el desván
junto a los trastos viejos
y fotos en papel que amarillea
recordando figuras y unos rostros
que ya no son los mismos.
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Pero siguen los verdes en el campo,
Pero siguen los verdes en el campo,
los ríos discurriendo valles
y ancianos al calor del sol, junto a los niños
-savia nueva- que juegan en el parque.
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