Cegado por los celos, vi el abismo,
de un mundo que se abrió sólo a la muerteque el mundo no era vida sin tenerte
y muerte, por un amor puro espejismo.
No entiendo tu lamento y tu incordura,
quizá por ser dolor de arrepentida
hoy vuelvas lamiéndote la herida
cuando la herida es mía y aún supura.
Marché sin un reproche, aunque dijera
que era baladí tu alegatorio,
y por herirme, Dios te maldijera.
Un “Te amo” sin firma ni remite
en la esquela guardada en tu escritorio
fue una daga. Permíteme el desquite.
***
Que enmudezca mi voz cuando la llame
en las noches de amor regurgitado
confundiendo la luna con su espectro y un mar envenenado por sus besos.
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