
la mirada lasciva en que te cerco,
marfil que se hace carne si me acerco
y acaricio el festón que los coronan.
Prisioneros de lujo en doble concha,
pronunciando el canal que los separa,
intentan desbordarse en luna clara
escapando al sostén que los encorcha.
Clavelitos cerrados son sus cumbres
que se abren al contacto de mis labios,
encendidos capullos como lumbres
que avivan con su fuego los latidos
de un corazón que rompe por agravios
al gozarte claveles compartidos.
Carlos Serra