viernes, 28 de noviembre de 2008

LA PRIMERA SENTENCIA




Visité por la tarde el Campo Santo
buscando en los difuntos compañía
y a la sombra del muro que teñía
los mármoles de gris con triste manto,

pasó mi vida entera reflejada
en la luz ambarina del ocaso
sintiéndome desnudo en el fracaso
de haber tenido mucho que fue nada.

En los silencios muertos de las fosas
te abismas en la paz de lo profundo
y ves claro que el fin son estas losas

de alabastro o de mármol esculpido,
donde, en nada, se funde nuestro mundo
y se cumple sentencia por nacido.
*
*
Carlos Serra
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SÍ, HUBO TIEMPO


En esta hora que aún puedes escucharme
con la serena faz de la disculpa
confieso con tristeza
que nunca faltó tiempo.

El tiempo lo llevó
las ganas de vivir tras de tu puerta
corriendo los paisajes,
derribando barreras que te cierran
el paso hasta la cima,
y… amores de otro canto.

Aún así, postergar el beso no me exime,
que debí reservar de los relojes
la arena que pedías con tus ojos,
perdida muchas veces
en las aguas oscuras de algún pozo.

Mas quedan todavía algunos granos
-no sé cuantos-
y en ese devenir de lo inconcluso

quiero,

estrecharte entre mis brazos
y decirte tan sólo estas palabras;
¡Cuanto te quiero madre!
por si acaso mañana…
...llego tarde.


Carlos Serra
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