Al mundo de lo abstracto
se evade cada tarde el pensamiento.
El día se abandona
al color encendido del crepúsculo
y es hora de equilibrios,
de arrinconar las cuitas y reniegos
de la jornada densa.
Si bien he de vivir de realidades
y asumir el dolor y los reveses,
cuando la noche llega
siempre busco el cobijo de mis versos.
se evade cada tarde el pensamiento.
El día se abandona
al color encendido del crepúsculo
y es hora de equilibrios,
de arrinconar las cuitas y reniegos
de la jornada densa.
Si bien he de vivir de realidades
y asumir el dolor y los reveses,
cuando la noche llega
siempre busco el cobijo de mis versos.
Y entonces,
me embebo en mis adentros
donde guardo los sueños sin cordura
y un nombre de mujer entre mis labios.
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