El amor en tus ojos,
en tu piel la caricia,
el sabor en tu boca
y en tu vientre mi hombría.
*
Así me clama el aire que de tu mar me llega;
dueña de mis quejidos
que en la cumbre del espasmo
me haces morder el freno
para desalentar el trote bajo tu monte.
Amor, sí, inventado por nosotros
en las aguas del río bravo o del remanso,
torrente de pasión donde se engasten
los peces y las conchas.
Porque no hay mayor milagro
que el fuego de una diosa
quemando los ardores
y el deseo del rojo talismán
entre sus jambas
hasta sentir el flujo de la vida
que besa sus entrañas.
*
Luego, vendrá el reposo,
los mimos y caricias con dulzura,
sintiendo en el letargo del placer
que es nuestro el universo.
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